OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

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Location: Capital Federal, Argentina

Tuesday, August 11, 2009

The Taking of Pelham One Two Three (1974)


Cuando uno ve The Taking of Pelham One Two Three (1974) siente que a pesar de haber sido rodada en las calles, o mejor dicho los subtes de New York, podría pasar como un genuino policial inglés de la década de 1960. Tal vez un poco por la ausencia de estrellas en el reparto (sólo está el eterno secundario Walter Mattau) o su montaje bien característico de las islas británicas lo que dispara esta idea es el humor ácido que corroe la trama otorgándole el genuino título de incorrecta, algo muy común en el tratamiento inglés del género.


Todo comienza una mañana cuando un grupo de hombres cerca del retiro jubilatorio decide disfrazarse con bigotes, anteojos, sombreros y pilotos de lluvia para secuestrar un vagón del metro neoyorquino cargado de pasajeros. Encima, sobre la superficie y lejos de los delincuentes, se descubre un mundo burocrático e inoperante en el que cada departamento es una isla y donde cada funcionario solo piensa en llevar adelante su trabajo independientemente de lo que suceda.


La película viaja al ritmo del vagón de un tren sin frenos que se va acelerando a cada minuto en simetría con lo que ocurre literalmente en la trama. Sólo que el vagón del Pelhan sólo puede ser frenado por un mecanismo de defensa automático ya que ningún hombre puede hacerlo manualmente. No es casual que esta “locura” refleje que no haya nadie capacitado en el film para obtener su objetivo.

Los ladrones en este film son personajes de otra época, son cínicos y a pesar de no poseer escrúpulos tienen un alto sentido del honor. Por eso el líder del grupo decide suicidarse tocando uno de los rieles de tensión antes de sufrir la humillación de ser apresado en una escena que juega al límite con el buen gusto del espectador. Volviendo al tema tenemos a Mr. Blue que supo ser un militar con un salario alto en África allá lejos en el tiempo, el Sr. Green un maquinista de trenes despedido y desocupado todos ellos son parias del sistema de un sistema que los rechazó cuando no precisó más de sus servicios. Si bien el vagón del Pelhan está lejos de ser la Diligencia de Ford, guarda en su interior una galería de personajes que reflejan de manera paródica la época. La mujer feminista que por tal es tratada como prostituta, el afroamericano que se considera integrado aunque la cámara del director Sargent lo capture con cierta desconfianza, la hippie encerrada en un mundo autista que no tiene conexión con la velocidad de la época y la madre a cuyos hijos no puede controlar que simboliza el final de una era de matriarcado hogareño nos muestran que el film no es uno más del montón.

Frases memorables como “¿Esto es un millón de dólares? Es lo que puedes comprar con el, no lo que pesa.” o un policía escondido y asustado a metros de los maleantes diciendo por radio a la central“¿Y si comienzan a dispararme? a lo que su superior responde ¿Por qué lo harían? No tienen motivos” marcan el filoso tono con el cual es llevado adelante el relato.


Si bien la película no se ha transformado en una obra de culto ha sido muy referenciada en el mundo del cine. Por ejemplo en Reservoir Dogs de Quentin Tarantino, los criminales usan los nombres de Mr Blue, Mr Grey, etc para ocultar sus identidades en una clara cita al film.

El Pelham es un viaje con varias estaciones y todas ellas atractivas, la del policial de acción, la que refleja el caos operativo de una megalópolis como la Nueva York de los años setenta pero sobre todo la de la ironía y el cinismo que siempre caracterizó a estas cumbres del cine norteamericano.

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Tuesday, June 16, 2009

The Fligth of the Intruder



The Fligth of the Intruder nos traslada a una de las tantas situaciones de inteligencia fallida que sufrieron los soldados norteamericanos en la guerra de Vietnam. Un grupo de pilotos que tiene su base en un portaviones de la marina se pregunta qué sentido tiene bombardear la selva asiática en plena noche y encima pagar el alto precio de perder algún compañero en cada misión.


Cualquier espectador desprevenido podría llegar a creer a que el film de John Millius (guionista de Apocalipsis Now y director de otras joyas como Conan, El Bárbaro y El Viento y el León) es una mala versión del meloso clásico Top Gun. Sin embargo, la propuesta del realizador dista mucho de eso llegando incluso a ofrecer una contracara crítica autoconsciente de la película de Tony Scott protagonizada por Tom Cruise. Sólo basta con decir que mientras en Top Gun los pilotos cumplen su heroica misión para redimirse de los conflictos del pasado, aquí el heroísmo desmedido es pagado con una corte marcial. Ambos protagonistas Williem Daffoe y Tom Cruise han sido derribados con sus aviones en el pasado quedando varados en la jungla a merced del enemigo en un episodio que mancha la honra de ambos personajes (en el caso de Cruise el caído fue su padre pero el hecho le persigue a él). En la historia de Scott esto provoca una crisis reflexiva en el hijo que busca con hidalguìa “limpiar” el nombre de su familia y para ello arriesga su vida con el fin de salvar a un compañero. Muy distinto es el caso en la obra de Millius que usa el infortunio para empujar al personaje de Daffoe hacia la locura, esa que se apodera de todos los personajes de su filmografía (recordemos al Kurtz de Apocalipsis Now). Para seguir con el juego de comparaciones otro momento a destacar es el tratamiento que hacen ambos de la sub trama amorosa. Mientras en Top Gun se observa todo a través de un velo romántico en The Fligth of the Intruder no hay tiempo para ello. Brad Johnson conoce a Rosanna Arquette pero no puede pasar con ella más de un día en la playa ni mucho menos buscarla para pasear con una moto como hacía Cruise con Kelly McGills. Los héroes de Millius viven en un mundo constantemente en guerra y por ende no tienen la posibilidad de llevar adelante una relación. Son guerreros no maridos.

Otro de los elementos a tener en cuenta son las constantes simetrías que nos ofrece la historia en la comparación de sus elementos internos. A lo largo de todo el film hay constantes descensos que se manifiestan en aviones derribados, bombas que caen y pilotos que mueren. Se instaura la idea de la guerra de Vietnam de la misma forma que en Apocalipsis Now, como una visita a los infiernos. Ya hacia el final vemos al Comodoro Camparelli al borde de la muerte en la profundidad de la jungla, paradójicamente luego de caer rodando a un arroyo, pide a uno de sus soldados encender una bengala de posición. El humo rojo tiñe la pantalla para mezclarse con la sangre en una metáfora dantesca. Justo en ese momento aparece un helicóptero socorrista ofreciendo un lazo metálico que los saca a ambos en un ascenso hacia los cielos. Más allá de la resurrección simbólica a la que son expuestos los dos militares se termina de cerrar el juego de las simetrías planteadas. Ante tanta caída corresponde una ascensión liberadora que no sólo libere a los protagonistas sino también al espectador.


En lo que se refiere a la factura técnica se destacan las brillantes secuencias de acción aérea arriba de los jets no tanto por el despliegue visual sino por la cercanía con que el director nos muestra el peligro al que se exponen los aviadores. Otro factor que juega a favor es un elenco que sin ser estelar está compuesto por grandes actores secundarios como Danny Glover, Williem Dafoe y Rossana Arquette que se reparten los minutos en escena con justo equilibrio.


Finalmente la pregunta planteada al comienzo queda sin respuesta como todas aquellas relacionas a la intervención norteamericana en tierra vietnamita. ¿Alguna vez supo Estados Unidos dónde se alojaba su “invisible” enemigo? ¿Qué sentido tuvo la intrusión norteamericana en Vietnam?

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Sunday, May 31, 2009

Regreso en 5 Minutos


A todos, les ruego tengan paciencia porque se viene una actualización pronto e incluso una mayor frecuencia de posteo. Este breve parate se debe a una mudanza de casa y un cambio de trabajo. Agradezco la preocupación que han mostrado. En breve regreso, gracias.

Thursday, March 26, 2009

THEM! (1954)



En estos tiempos en los que la paranoia parece haber regresado con más fuerza, es acertado rescatar una pequeña gran película de género catástrofe que no tiene desperdicio. Primero, habría que situar el contexto epocal que nos ubica en plena guerra fría con la inmediatez del ataque nuclear a Japón. Dentro de ese marco, los Estados Unidos tenían una política educacional para con el ciudadano basada en la prevención. El objetivo de este planteo era mantenerlo alerta, al mismo tiempo que aterrado, con el fin de poder controlar las implicaciones morales que pudieran llegar a tener. De esta forma, el estado justificaría por muchos años diversos proyectos ocultos e inversiones armamentísticas cuestionables desde el punto de vista ético.

La película de Gordon Douglas comienza de manera inquietante, mostrándonos a una niña en bata que abraza a un oso de peluche mientras deambula bajo el sol del desierto de Arizona. Su rostro es el de alguien que se encuentra bajo estado de shock. La música de Bronislau Kaper crea un suspenso único de intriga. De pronto aparece el título del film coloreado en rojo (la película es en blanco y negro) con un signo de admiración que rompe la pantalla. Lo que viene después, lo reservo a quién quiera disfrutar de esta demoledora obra maestra de la ciencia ficción.

Entre los aciertos del director hay uno que se encuentra por encima de los demás y es la enorme construcción que se hace del fuera de campo en el inicio de la historia. Douglas, al igual que Spielberg veinte años después en Jaws (1975), planta pistas o elementos de rastro que nos desconciertan en cuanto a qué es el mal que se esconde en esa tierra árida. Más tarde sabremos que es una aberración de la naturaleza producida por la negligencia del hombre. Igualmente, si bien el monstruo se nos revela con la trama muy avanzada, vuelve a desaparecer para mostrarse en el medio y ya hacia el final. O sea que sólo aparece cuando es necesario y no se abusa del genial diseño del creador de efectos visuales.

Otro elemento a destacar es el concepto de imagen que se puede apreciar en las escenas de combate entre el ejército y el enemigo. Dentro de esos encuadres, la composición parece salida de cómics pertenecientes a la misma década de 1950. Militares vestidos con trajes antiflamas desplazándose por las tuberías de la ciudad en jeeps, sombras monstruosas y explosiones de fuego son un deleite que se nos otorga en dosis justas.

Retomando la idea del subtexto político que esbozamos en el primer párrafo, quiero agregar que el temor puntual que se manifiesta en esta producción es el de un ataque nuclear dentro del país. Pero lo llamativo que lo hace despegar de otras cintas del género es que la mirada está puesta a modo de juzgar al estado y el riesgo al que somete a la población.

Con los años, muchos films de ciencia ficción nutrieron sus tramas con citas extraídas de Them!. Por ejemplo, en Alien (1979) de Ridley Scott, se nos explica cómo funciona el ciclo reproductivo de la especie invasora de la misma forma que se nos muestra aquí. También la humanidad lucha contra un insecto invasor en la divertida Starship Troopers (1997) de Paul Verhoeven.

Finalmente esta historia que parte de una fábula al igual que The Birds (1963) o The Deadly Mantis (1957), nos deja el sentimiento de que por más evolutivo que sea el hombre con respecto a la naturaleza, ésta en su progresión siempre será más poderosa.

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Thursday, January 15, 2009

MYSTERY STREET (1950)

Al director John Sturges siempre se lo asoció con producciones espectaculares protagonizadas por un casting de estrellas pintadas con technicolor en formato panorámico. Sólo hay que mencionar The Great Escape (1963) y The Magnificen Seven (1960) para dar prueba concreta del impactante estilo visual que Sturges desarrolló desde mediados de la década de 1950 hasta la otra mitad de 1960. Sin embargo, en su primera etapa en la industria, se dedicó a narrar historias pequeñas con recursos muy bajos de producción que nos muestran la mano de un artista ascético que permaneció oculto al gran público durante muchos años.

Para comenzar por el título, la película Mystery Street se iba a llamar Crimen en Harvard, pero los productores se inclinaron por la primera opción debido a que este último título respondía más a un policial de enigma que a un noir de pura cepa. También esta producción formó parte de una seguidilla impecable de obras que realizara la Metro Goldwyn Mayer entre mediados de 1940 y comienzos de 1950 y que hasta el día de la fecha pocos han reconocido como joyas del género.
En otra ciudad fría y nocturna de una década signada por el jazz se ha cometido un asesinato en el que se ve involucrado un ebrio inocente. A lo sumo, este personaje el único pecado que ha cometido fue el de ser un marido infiel. Es por eso que no conocemos al verdadero autor material del crimen y para ello, el detective Morales (Ricardo Montalbán, recién fallecido) deberá bucear en los rincones de la urbe para resolver el hecho. La variante que se suma, en este caso, al género es la participación de la universidad de criminología de Harvard y sus métodos científicos para encontrar la identidad de unos misteriosos huesos humanos aparecidos en una playa. En esta historia la tradicional violencia del género deja lugar a métodos más civilizados.

El guión, que fue nominado al oscar y perdió con Panic in the Streets (1950) de Elia Kazan, tiene sus puntos más altos en las charlas que sostienen el detective Morales y el Dr. Adoo sobre los avances de la identificación del cadaver. Mientras que en la dirección, hay un poderoso diseño visual de los personajes que se ven atrapados entre las sombras y las paredes de los lugares que habitan, como si estuvieran presos en la situación. Hay también algún elemento intersante hitchockeano como un teléfono debajo de una escalera que Sturges, con plena conciencia, deja en primer plano para crear una intriga que desvíe nuestra atención.

Si bien Montalbán nunca fue un gran actor, ni siquiera una estrella, recordemos que lo más importante que hizo fue la serie de tv Fantasy Island, en esta cinta logra construir un rol protagónico que se encuentra a la altura de las circunstancias.
Como siempre que aparece el nombre del director de fotografía John Alton, hay que dedicar un párrafo especial para un pequeño análisis de su particular método de iluminar a partir de un alto contraste entre luz y sombra jugando con siluetas que se dibujan en los decorados como si la cámara fuera un pincel. No sabemos si Alton fue el mejor fotógrafo que dio éste género, pero podemos afirmar con seguridad que representó a uno de los más influyentes de su época.

Mistery Street es una obra perdida en el amplio caudal que el género dio por aquellos años y por ende una pieza fundamental no reconocida. Sólo basta con decir que en ella descubrimos a un director muchas veces vapuleado por su espíritu excesivamente comercial que en sus primeros pasos nos deleitó con una soberbia sencillez.

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Monday, December 15, 2008

MIDNIGHT (1939)



Al igual que su director Mitchell Leisen, la gran comedia titulada Midnight es una joya que aún permanece oculta para la mayoría del público. Con una construcción escénica digna del mejor período de la Paramount de los años 30’, la historia se desarrolla en un París tan maravilloso como irreal. En ese ámbito, una perdida cantante de jazz (Claudette Colbert) y un intrépido taxista (Don Ameche) se enredan de forma casual para vivir una historia en la que el lujo esta presente en cada plano.

El guión escrito por el genial dueto Wilder – Bracket se ofrece como una materia prima de lujo para que Leisen realice lo que seguramente podríamos considerar su mejor película. En ella, los guionistas elaboran una nueva versión de la Cenicienta que permite al realizador plasmar uno de los temas dominantes a lo largo de su filmografía: la apariencia. La graciosa Colbert debe hacerse pasar por una princesa a lo largo de una semana para enamorar a un joven ricachón con el fin de lograr que la esposa de un millonario se desenamore de éste arrogante personaje. En este juego de confusiones, Colbert vivirá una suerte de sueño idílico pagado por un magnate que en la simetría con el cuento infantil hará las de falsa hada madrina. Mientras que por otro lado, completan el cast los villanos (la esposa y el joven) y nuestro príncipe azul aggiornado en taxista.

Como en las mejores screwballs, toda la película es una gran búsqueda, no sólo de la felicidad o la mujer perdida, sino también de un mejor posicionamiento en la lucha de clases. De ahí, la presencia de suntuosas escaleras a lo largo de la historia para reflejar este ascenso y descenso constante de los personajes en función del rol social que les toca ocupar en determinados momentos de la acción.

En el plano estético se destaca la puesta en cuadro de toda la maquinaria artística del más refinado equipo del estudio de la montaña como el productor Arthur Hornblow (hombre que catapultó a la fama a Veronica Lake e impulsó el primer filme dirigido por Billy Wilder), el director de fotografía Charles Lang, la reconocida vestuarista Irene Lentz y el director de arte Hans Dreier. Este último personaje merece un capítulo aparte porque es el gran creador visual de la estética de casi todas las comedias de la década con un estilo fastuoso e imponente que hacía que los actores resalten más en un fondo digno de ser admirado. Este estilo de Dreir estaba dado por una marcada combinación de corrientes artísticas de diseño moderno y elementos clásicos. De esa melange surgen los imponentes salones con techos que de tan altos no se observan y que en vez de empequeñecer a los personajes los enaltece.

Otra de las características de esta historia es el ritmo que sin ser vertiginoso no deja nunca de ser rápido. Tal vez el guión de Bracket / Wilder no sólo se destaque por este manejo de los tiempos internos sino también por las excelentes líneas de diálogo y alguna que otra característica de cinismo en los personajes.

Retomando un poco la idea temática de Leisen, podemos aventurar que su condición de artista homosexual en una época en la que pocos salían del closet nos lleva a pensar su comodidad a la hora de trabajar un tema que debía conocer bien como la “falsa identidad” o mejor dicho la actitud de aparentar ser otra persona.

Midnight es una de las películas que nos recuerdan que el cine clásico fue grande no sólo por su calidad sino también por la cantidad de películas que aún continuamos encontrando en este largo camino de descubrimiento.

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Wednesday, November 12, 2008

BUNNY LAKE IS MISSING (1965)


El común de los directores de cine, sin importar si pertenecen al período clásico o no, alcanzan en su filmografía un momento de esplendor que lentamente se va apagando. Por lo general este decrecimiento se hace presente hacia el final de sus vidas corriendo así el riesgo de no ser recordados por lo genial de su obra anterior y si por lo penoso de la última etapa. En ese contexto, Otto Preminger, tal vez Clint Eastwood, son algunas de las pocas excepciones que encontramos a esta regla

Bunny Lake es una de las últimas películas de este gran realizador que supo ser uno de los bastiones más polémicos y contestatarios del Hollywood clásico desde el interior de la maquinaria de los estudios. Con un ambiente claustrofóbico, paranoico y oscuro, esta obra se eleva como una de las mejores expresiones del cine psicológico. La trama está centrada en una pareja de hermanos (hombre-Stephen Lake- y mujer-Ann Lake) que van de Norteamérica a Inglaterra para iniciar una nueva vida. Poco sabemos del pasado de estos personajes, que por omisión polémica parecen estar escapando de algo que el espectador desconoce. Luego de una inquietante secuencia de títulos, diseñada por Saúl Bass, donde se ven grietas en el empapelado de las paredes de una casa (Preminger trabaja esta idea como si la familia protagónica fuera un rompecabezas al que le faltan piezas que no se perdieron sino que han sido arrancadas a propósito) pasamos a los primeros planos de la película, rodados magistralmente con una cámara movediza que se independiza de los actores revelando la presencia de un director detrás. Esta elección en la puesta de cámara muestra a un hombre- Stepehen - cerrando todas las puertas y ventanas de una casa vacía. Esta es la forma visual que utiliza Preminger para mostrar el aislamiento y el control que ejerce el hermano mayor sobre su hermana menor. Más tarde la chica - Ann Lake- lleva a su hija (nunca vemos a la pequeña) a un jardín de infantes en su primer día de clases. Cuando a la tarde la madre va a recogerla no la encuentra, nadie sabe nada de ella y lo más extraño aún, no hay persona en todo el Reino Unido que la haya visto. La pareja, luego de buscar desesperadamente hace la denuncia a la policía y comienza a sospechar de un secuestro. Una vez presente Scotland Yard, liderada por el detective Newhouse, todo girará alrededor de los interrogatorios a los sospechosos. Antes de seguir quisiera mencionar que no es casual el apellido del investigador si pensamos que Newhouse significa nueva casa en inglés ya que justamente será él el encargado de reconfigurar un nuevo hogar y por qué no una nueva familia para algunos de los personajes. La historia continúa con pequeñas revelaciones que se van dando a cuenta gotas y que hacen girar el argumento hacia la sospechosa conducta psicológica de Ann.

Este Thriller narrado con un nivel de suspense muy alto tiene elementos que nos recuerdan al mejor Roman Polanski. Aquí encontramos la desesperación de Frantic (1988) y la disociación de la realidad de Repulsión (1965). Pero lo que hace Otto es trasladar esa desorientación que desprenden los personajes al espectador generando un sentimiento de angustia pocas veces visto. El mundo de clase media inglés que sirve de marco para el relato es oscuro, melancólico y excesivamente sádico. La galería de desconocidos que desfila por el film refuerza esta idea de perversión y prejuicio que flota en el aire. Por un lado está el misterioso casero (cultor del Marqués de Sade), la dueña del jardín de Infantes (salida del ostracismo presente en What Ever Happened to Baby Jane? (1962) de Robert Aldrich) y el viejo que repara muñecas (otra de las metáforas, si pensamos en la muñeca como Bunny y el lugar que ocupa entre su madre hermano). Tal vez el único que se muestra normal es el detective interpretado magistralmente por un viejo zorro con mucho oficio, Laurence Olivier.

En definitiva, para Preminger las cosas no son lo que parecen. La madre (Carol Lynley) construida como una esquizofrénica termina no siéndolo mientras que el hermano (Keir Dullea) que parece ser el rey de la cordura muestra en el final una faceta que poco tiene que ver con lo racional.

Como curiosidades hay que decir que en el televisor de un pub se puede ver al grupo de rock The Zombies tocando la canción Just Out Of Reach y que la historia sirvió como argumento para una “falsa” remake titulada Flightplan (2005).

En su momento la película fue un fracaso comercial. Tuvo que pasar tiempo y mucho cine en el medio para que se le otorgara a Bunny Lake el reconocimiento que merecía.

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