ALONG THE GREAT DIVIDE (1951)

El traslado de prisioneros es una temática apasionante, ya sea en clave de policial o en este caso de western. Podría pasarme muchas líneas mencionando algunos de estos films y seguramente no encontraría una que no sea buena. Pero en este caso, voy a detenerme en "Along the great divide" de Raoul Walsh, que viene a ser una suerte de paradigma del género por su economía y presición narrativa. La trama se desarolla bajo la estructura de una road movie, con Kirk Douglas interpretando a un sheriff cuyo padre fue ahorcado que debe conducir a la misma suerte a un brillante Walter Brennan. En esta peregrinación por el caluroso desierto pecaminoso, que lo tienta con la exhuberancia de Virgina Mayo, el marshall Merrick deberá aforntar desde la sublevación de sus asistentes hasta una tediosa melodía silbada por el condenado que sólo piensa en escapar sin detenerse ni siquiera un instante para dormir. En algún punto, ese cocktail de pruebas a vencer termina no sólo representando el vía crucis de Douglas sino una posiblidad de superar el pasado. Si bien es muy difícil referirse a la puesta de Walsh, porque siempre lo hace todo bien, el elemento que se destaca en esta película es el manejo del tiempo y la creación de una atmósfera caragada de opresión que nos hace recordar a los mejores trhillers. Además no deja de estar presente el sello de aquellas pequeñas pero gloriosas películas de la Warner que poseían una mirada pesimista de la justicia.