MIDNIGHT (1939)
El guión escrito por el genial dueto Wilder – Bracket se ofrece como una materia prima de lujo para que Leisen realice lo que seguramente podríamos considerar su mejor película. En ella, los guionistas elaboran una nueva versión de la Cenicienta que permite al realizador plasmar uno de los temas dominantes a lo largo de su filmografía: la apariencia. La graciosa Colbert debe hacerse pasar por una princesa a lo largo de una semana para enamorar a un joven ricachón con el fin de lograr que la esposa de un millonario se desenamore de éste arrogante personaje. En este juego de confusiones, Colbert vivirá una suerte de sueño idílico pagado por un magnate que en la simetría con el cuento infantil hará las de falsa hada madrina. Mientras que por otro lado, completan el cast los villanos (la esposa y el joven) y nuestro príncipe azul aggiornado en taxista.
Como en las mejores screwballs, toda la película es una gran búsqueda, no sólo de la felicidad o la mujer perdida, sino también de un mejor posicionamiento en la lucha de clases. De ahí, la presencia de suntuosas escaleras a lo largo de la historia para reflejar este ascenso y descenso constante de los personajes en función del rol social que les toca ocupar en determinados momentos de la acción.
En el plano estético se destaca la puesta en cuadro de toda la maquinaria artística del más refinado equipo del estudio de la montaña como el productor Arthur Hornblow (hombre que catapultó a la fama a Veronica Lake e impulsó el primer filme dirigido por Billy Wilder), el director de fotografía Charles Lang, la reconocida vestuarista Irene Lentz y el director de arte Hans Dreier. Este último personaje merece un capítulo aparte porque es el gran creador visual de la estética de casi todas las comedias de la década con un estilo fastuoso e imponente que hacía que los actores resalten más en un fondo digno de ser admirado. Este estilo de Dreir estaba dado por una marcada combinación de corrientes artísticas de diseño moderno y elementos clásicos. De esa melange surgen los imponentes salones con techos que de tan altos no se observan y que en vez de empequeñecer a los personajes los enaltece.
Otra de las características de esta historia es el ritmo que sin ser vertiginoso no deja nunca de ser rápido. Tal vez el guión de Bracket / Wilder no sólo se destaque por este manejo de los tiempos internos sino también por las excelentes líneas de diálogo y alguna que otra característica de cinismo en los personajes.
Retomando un poco la idea temática de Leisen, podemos aventurar que su condición de artista homosexual en una época en la que pocos salían del closet nos lleva a pensar su comodidad a la hora de trabajar un tema que debía conocer bien como la “falsa identidad” o mejor dicho la actitud de aparentar ser otra persona.
Midnight es una de las películas que nos recuerdan que el cine clásico fue grande no sólo por su calidad sino también por la cantidad de películas que aún continuamos encontrando en este largo camino de descubrimiento.
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