MYSTERY STREET (1950)
Al director John Sturges siempre se lo asoció con producciones espectaculares protagonizadas por un casting de estrellas pintadas con technicolor en formato panorámico. Sólo hay que mencionar The Great Escape (1963) y The Magnificen Seven (1960) para dar prueba concreta del impactante estilo visual que Sturges desarrolló desde mediados de la década de 1950 hasta la otra mitad de 1960. Sin embargo, en su primera etapa en la industria, se dedicó a narrar historias pequeñas con recursos muy bajos de producción que nos muestran la mano de un artista ascético que permaneció oculto al gran público durante muchos años.
Para comenzar por el título, la película Mystery Street se iba a llamar Crimen en Harvard, pero los productores se inclinaron por la primera opción debido a que este último título respondía más a un policial de enigma que a un noir de pura cepa. También esta producción formó parte de una seguidilla impecable de obras que realizara la Metro Goldwyn Mayer entre mediados de 1940 y comienzos de 1950 y que hasta el día de la fecha pocos han reconocido como joyas del género.
En otra ciudad fría y nocturna de una década signada por el jazz se ha cometido un asesinato en el que se ve involucrado un ebrio inocente. A lo sumo, este personaje el único pecado que ha cometido fue el de ser un marido infiel. Es por eso que no conocemos al verdadero autor material del crimen y para ello, el detective Morales (Ricardo Montalbán, recién fallecido) deberá bucear en los rincones de la urbe para resolver el hecho. La variante que se suma, en este caso, al género es la participación de la universidad de criminología de Harvard y sus métodos científicos para encontrar la identidad de unos misteriosos huesos humanos aparecidos en una playa. En esta historia la tradicional violencia del género deja lugar a métodos más civilizados.
El guión, que fue nominado al oscar y perdió con Panic in the Streets (1950) de Elia Kazan, tiene sus puntos más altos en las charlas que sostienen el detective Morales y el Dr. Adoo sobre los avances de la identificación del cadaver. Mientras que en la dirección, hay un poderoso diseño visual de los personajes que se ven atrapados entre las sombras y las paredes de los lugares que habitan, como si estuvieran presos en la situación. Hay también algún elemento intersante hitchockeano como un teléfono debajo de una escalera que Sturges, con plena conciencia, deja en primer plano para crear una intriga que desvíe nuestra atención.
Si bien Montalbán nunca fue un gran actor, ni siquiera una estrella, recordemos que lo más importante que hizo fue la serie de tv Fantasy Island, en esta cinta logra construir un rol protagónico que se encuentra a la altura de las circunstancias.
Como siempre que aparece el nombre del director de fotografía John Alton, hay que dedicar un párrafo especial para un pequeño análisis de su particular método de iluminar a partir de un alto contraste entre luz y sombra jugando con siluetas que se dibujan en los decorados como si la cámara fuera un pincel. No sabemos si Alton fue el mejor fotógrafo que dio éste género, pero podemos afirmar con seguridad que representó a uno de los más influyentes de su época.
Mistery Street es una obra perdida en el amplio caudal que el género dio por aquellos años y por ende una pieza fundamental no reconocida. Sólo basta con decir que en ella descubrimos a un director muchas veces vapuleado por su espíritu excesivamente comercial que en sus primeros pasos nos deleitó con una soberbia sencillez.
Para comenzar por el título, la película Mystery Street se iba a llamar Crimen en Harvard, pero los productores se inclinaron por la primera opción debido a que este último título respondía más a un policial de enigma que a un noir de pura cepa. También esta producción formó parte de una seguidilla impecable de obras que realizara la Metro Goldwyn Mayer entre mediados de 1940 y comienzos de 1950 y que hasta el día de la fecha pocos han reconocido como joyas del género.
En otra ciudad fría y nocturna de una década signada por el jazz se ha cometido un asesinato en el que se ve involucrado un ebrio inocente. A lo sumo, este personaje el único pecado que ha cometido fue el de ser un marido infiel. Es por eso que no conocemos al verdadero autor material del crimen y para ello, el detective Morales (Ricardo Montalbán, recién fallecido) deberá bucear en los rincones de la urbe para resolver el hecho. La variante que se suma, en este caso, al género es la participación de la universidad de criminología de Harvard y sus métodos científicos para encontrar la identidad de unos misteriosos huesos humanos aparecidos en una playa. En esta historia la tradicional violencia del género deja lugar a métodos más civilizados.
El guión, que fue nominado al oscar y perdió con Panic in the Streets (1950) de Elia Kazan, tiene sus puntos más altos en las charlas que sostienen el detective Morales y el Dr. Adoo sobre los avances de la identificación del cadaver. Mientras que en la dirección, hay un poderoso diseño visual de los personajes que se ven atrapados entre las sombras y las paredes de los lugares que habitan, como si estuvieran presos en la situación. Hay también algún elemento intersante hitchockeano como un teléfono debajo de una escalera que Sturges, con plena conciencia, deja en primer plano para crear una intriga que desvíe nuestra atención.
Si bien Montalbán nunca fue un gran actor, ni siquiera una estrella, recordemos que lo más importante que hizo fue la serie de tv Fantasy Island, en esta cinta logra construir un rol protagónico que se encuentra a la altura de las circunstancias.
Como siempre que aparece el nombre del director de fotografía John Alton, hay que dedicar un párrafo especial para un pequeño análisis de su particular método de iluminar a partir de un alto contraste entre luz y sombra jugando con siluetas que se dibujan en los decorados como si la cámara fuera un pincel. No sabemos si Alton fue el mejor fotógrafo que dio éste género, pero podemos afirmar con seguridad que representó a uno de los más influyentes de su época.
Mistery Street es una obra perdida en el amplio caudal que el género dio por aquellos años y por ende una pieza fundamental no reconocida. Sólo basta con decir que en ella descubrimos a un director muchas veces vapuleado por su espíritu excesivamente comercial que en sus primeros pasos nos deleitó con una soberbia sencillez.
Labels: PELICULAS