La colonización de Australia por parte de los ingleses, vista desde la mirada ácida del olvidado John Farrow. Así podríamos definir bastante bien este tremendo viaje en barco de más de 200 días que emprende el malvado capitán James Mason con cientos de prisioneros que ya no tienen lugar en las superpobladas cárceles de Inglaterra. Entre estos presos hay uno que se destaca, además de su inocencia, por sus nobles valores, el mismo es Alan Ladd. Al ver estas imágenes, me viene a la mente de forma inmediata el film de Frankiln Shaffner "Papillón", con el que tiene muchos puntos en común, y que debe haberse inspirado en éste que comentamos ahora. Farrow, hace gala de su tono, siempre en la delgada línea que separa lo correcto de aquello que no lo es, se atreve a matar a un niño, a azotar a una anciana, y a afeitar el cabello de dos mujeres, y por si fuera poco, todo esto en campo. Sin embargo lo interesante de la historia pasa por el duelo entre Ladd y Mason, reto que Mason potencia con su estilo actoral que lo favorece cuando tiene que interpretar a un cínico cordial, mientras que Ladd hace lo que también mejor sabe, poner cara de piedra, inspirar confianza y hablar poco. Finalmente descubriremos que Australia por aquella época no era la isla de la fantasía y más que a un paraíso se asemejaba al terreno a conquistar con sus indios incluídos que como dijo alguna vez John Ford: "...eran un elemento más de la hostilidad del paisaje..."
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