OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

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Location: Capital Federal, Argentina

Wednesday, November 28, 2007

THE COURT MARTIAL OF BILLY MITCHELL (1955)



A este film se lo puede resumir con la frase “Tener razón antes de tiempo es igual a estar equivocado”, por lo menos ante la mirada de los demás. Esto es lo que refleja la obra del gigante Otto Preminger sobre uno de los personajes más polémicos de la historia de la milicia norteamericana. Billy Mitchel existió realmente fuera del film, luchó en la primera guerra mundial y vislumbró el futuro de las contiendas bélicas. Sin embargo en su momento fue sometido a la degradación de rango por intentar abrirles los ojos a sus superiores.
Las películas de aviación fueron un subgénero dentro del contenedor bélico más que atractivo en la época del hollywood clásico, al punto tal que muchos de los directores que hoy gozan de prestigio internacional como Steven Spielberg o Martin Scorsese, nunca se cansaron de manifestar su amor por las películas de aviación. Preminger contribuyó a esta relación de afecto a través de la cinta que comento a continuación.
Hacia 1921, los buques y acorazados eran las verdaderas vedettes de las contiendas bélicas mientras que los aviones se veían como simples atracciones circenses. En el ejército nadie pensaba en el territorio aéreo como un lugar de potencial desarrollo armamentístico hasta la aparición del héroe Billy Mitchell, interpretado por Gary Cooper. El conflicto que pone en escena este personaje es la preocupación por armar a los aviones y que de esta forma sirvan para hundir a los barcos del enemigo. La reacción que esta idea desató en sus superiores fue la de la risa y la desconfianza por una teoría aparentemente absurda. Pero el tesón de Mitchell llevó a desafiar a las autoridades y a ejecutar maniobras prohibidas por las fuerzas armadas, que desencadenaron en la condena a un juicio marcial en el que Cooper debió exponer sus razones de insubordinación.
La mayor parte de la trama del film se desarrolla entre el juicio a Mitchell y el trasfondo de las altas cúpulas del poder sobre el mismo, despegando a la figura del protagonista como un ser coherente y anticipatorio.
Sin ser una de sus obras más importantes, Preminger maneja la historia con la maestría absoluta que lo caracteriza a la hora de narrar este tipo de sucesos en donde el poder detrás del poder es el tema principal. Recordemos que el director se sentía fascinado por este tipo argumentos en los que los juicios pasan a ser tomas de actitudes éticas que inciden en el desarrollo de las grandes instituciones. La corrupción política en “Advise & Consent” (1962), la eclesiástica en “The Cardinal” (1963) o la jurídica en “Anatomy of Murder” (1959) son prueba fehaciente de estas inquietudes. “The Court Marcial of Billy Mitchell” no llega al nivel de excelencia de las mencionadas pero tampoco se queda a mitad de camino, y eso es por la fluidez visual del autor.
En materia actoral, no es casual la elección de un hombre como Gary Cooper que siempre interpretó personajes símbolo en los que un hombre común y tozudo pasa a quedar como un bicho raro del sistema para sobresalir con sus actos de rebeldía. Recordemos sus trabajos anteriores en “Sergeant York” (Howard Hawks) o “Meet John Doe” (Frank Capra). Para completar el elenco de esta proeza judicial se eligió a la bella Elizabeth Montgomery y al rústico versátil Rod Steiger.
Retomando hacia el estilo visual de Preminger y como es habitual, casi no hay primeros planos, muy pocos planos cerrados y todo pasa por la composición en el interior del cuadro y los objetos que encontramos dentro de él. El director austriaco nos invita a pensar la significación de dichos objetos por nosotros mismos, con un estilo demasiado transparente que no por eso deja de ser complejo. Aquí se ve a la perfección aquello que el teoríco cinematográfico V.F. Perkins escribió en su libro "El Lenguaje del Cine" sobre su oposición al estilo de Hitchcock.
Para muchos de los críticos historiadores, la película está considerada un poco alejada de la realidad de la vida del personaje que se retrata, incluso los miembros de la familia de Mitchell sugirieron a James Cagney para el papel por su parecido físico. Lo cierto es que Preminger convirtió lo real en fílmico para encausar el relato hacia su visión de mundo como director. A fin de cuentas, de eso se trata el cine.

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Tuesday, November 20, 2007

THE ANDROMEDA STRAIN (1971)



Una de las constantes amenazas de la guerra fría en el territorio de los Estados Unidos, fue sin dudas la posibilidad de una hecatombe bacteriológica. La década de 1950 había servido como precursora en la siembra de la semilla paranoica al temor por un ataque nuclear, y como bien sabemos, el cine fue un gran contribuyente para construir un escenario aterrador. La Ciencia Ficción como género cinematográfico, siempre estuvo considerada como una expresión menor o un simple producto de la clase B. Sin embargo hubo un director que a través de una película diferente, pudo traspasar esa barrera de calidad y ofrecerle a los estudios la posibilidad de contar con un género más a la hora de llenar la pantalla con programación de calidad. El director referido es el mítico Robert Wise y el film “The Day The Earth Stood Still” (1951).
Esta breve introducción nos lleva a una obra que se realizó dos décadas después y que encierra un poco lo expuesto anteriormente. “The Andromeda Strain” es una película que mezcla la ciencia ficción con el suspense de un thriller, y tiene por argumento la extraña aparición de un satélite que cae en un pueblo de Nuevo Méjico provocando la extraña muerte por enfermedad de toda la población. El ejército contacta a un grupo de científicos para encerrarlos en una impenetrable base nuclear bajo el suelo del desierto de Nevada con el fin de que puedan resolver el misterio. El film comienza con un tono casi de terror donde Wise muestra su oficio en el género a través de un dominio extraordinario del fuera de campo. Dos soldados se introducen de madrugada en el pueblo y nos relatan la desastrosa situación por medio de unas radios que llevan, o sea que todo se maneja desde el plano sonoro, lo que incrementa nuestra curiosidad. Luego la trama empieza a acelerarse a medida que van convocando de manera secreta a los especialistas. Finalmente el ritmo pasa a establecerse en un punto medio donde cada descubrimiento realizado en los estudios dentro de la base nuclear van a tener al espectador aferrado a la butaca.
El director, sabe construir su narrativa a partir del amplio dominio de los tópicos del género fantástico que supo aprender en sus films pasados. La aparición de la computadora como posible sustituto del pensamiento humano, el gusto por la aventura, la robotización de los procedimientos y la amenaza de una distopía son los principales ingredientes genéricos con los que juega Wise en “Andromeda”.

La idea original de esta producción de la Universal parte de la novela homónima de Michael Crichton, quien escribió el libro cuando aún era un estudiante de medicina. Otro rasgo bastante curioso es que no aparece ningún actor verdaderamente importante dentro del amplio grupo seleccionado para interpretar la cinta. Podemos entender esta decisión en que Wise creía que la película pasaba más por el misterio y las posturas morales que se planteaban en el la historia. De hecho podríamos afirmar que cada personaje representa una visión diferente sobre la evolución de la ciencia. Para el cirujano, lo primero es la vida del ser humano, mientras que para el Dr. Stone hay que sacrificarse para conseguir el dominio científico de la especie. En contraposición a a Stone, tenemos a la doctora Ruth que es una pesimista y cuestiona la falta de ética de la ciencia.
Lejos de caer en una película “vieja”, “The Andrómeda Strain” está más vigente que nunca. Tal vez esto suceda porque el mundo fue hacia lugares que la humanidad siempre imaginó que podían darse sólo en el cine y nunca en la realidad. Con las mutaciones de los virus surgidos de laboratorios, el nacimiento de nuevas bacterias cada vez más resistentes, el agotamiento de los recursos naturales y un desarme nuclear que es inexistente, el tema planteado en la cinta hace que parezca filmada ayer.

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Tuesday, November 13, 2007

5 CARD STUD (1968)



Mientras se desarrolla la secuencia de títulos iniciales, un forastero llega a un pueblo del lejano oeste para sentarse a jugar una partida de póker en medio de la noche. El film abre con el famoso plano cenital, que tanto se utiliza para mostrar en el cine este juego, de la mesa en cuestión con 6 jugadores. Desgraciadamente a la hora de definir la mano, el extranjero es descubierto con una carta bajo la manga y por lo tanto acusado de tramposo. La mesa liderada ideológicamente por un cínico joven condena de manera inmediata al tramposo con la pena de muerte y se lo llevan al medio del campo para lincharlo en la horca. Dean Martin, se opone a esto y decide que simplemente se lo expulse del pueblo, pero sus compañeros no opinan lo mismo por lo que lo golpean para dejarlo inconsciente y así terminar el trabajo fatal. A partir de ese momento una suerte de maldición va a caer sobre cada uno de los justicieros que irán muriendo ahorcados uno por uno a manos de un misterioso asesino que parece clamar venganza. Por si esto fuera poco y si todavía no nos metimos en la trama, a la que le sobra gancho, a los quince minutos hace su aparición el gran Robert Mitchum vestido de negro encarnando a un predicador.
Henry Hataway logra cruzar en esta cinta dos géneros tan disímiles como el western y el policial de enigma. El primero va a servir como envoltorio para situar en espacio y tiempo a los personajes, mientras que el segundo va a trabajar la estructura de trama en función del causa efecto ligado al suspenso. La combinación entre estos dos géneros tan opuestos no ha sido muy frecuente en la historia del cine, sin embargo en manos de la dirección de Hataway se adhieren en la pantalla formando una amalgama perfecta. Esto sucede por el gran dominio del policial y el western que tuvo el realizador en su extensa filmografía. Por otro lado también le da un giro sorpresivo al relato, no encasillándolo en el sub - género de juego de cartas pero sabiendo que elementos conservar del mismo. Para rescatar la más importante de estas características sólo remitámonos al permanente juego de miradas y sospechas que construyen las intrigas en las relaciones. Los protagonistas se comportan como si tuvieran que adivinar que movimientos harán los otros al igual que en el póker cuando uno debe deducir a través de micro gestos que juego posee su oponente. Quizás el film esté resumido en un cuadro de naipes que posee el héroe, Dean Martin, en su habitación; el mismo es una mano de una partida en las que se pueden ver cuatro cartas que indican una posible escalera real que no llega a estar completa porque la quinta está dada vuelta. Ese marco sintetiza el sentido de la cinta en la que hay 4 muertes, y sólo uno de los protagonistas, a través de la deducción, puede llegar a salvar su vida para ganar la partida mortal.
De más está decir que el papel de Martin es más que digno, porque si hubo un género en el que este actor se sentía cómodo era el western, tan sólo reocrdar sus trabajos en “Río Bravo” (1959) o en la otra obra de Hataway titulada “The Sons of Katie Elder” (1965) para dar cuenta de ello. Lo de Mitchum es genial como siempre, y esta vez en un rol muy similar al que ya desempeñó en el pasado y que para muchos fue el mejor de su carrera, nada menos que un reverendo perverso como aquel inolvidable de “The Night of Hunter” (1955).
Como moño final me gustaría agregar que como toda producción de Hal B. Wallis la integración de los diferentes departamentos artísticos, como el de fotografía o música están cuidados al mínimo detalle. Por ejemplo Maurice Jarré se destaca en la conducción de la banda sonora mientras que en la parte visual de la cámara aparece el ganador de un oscar, Daniel Fapp. Tampoco fue la única colaboración que hicieron estos dos monstruos de la industria, cada uno en lo suyo, ya que el tándem Hataway – Wallis realizó en total cuatro westerns: “Shoot Out” (1968), “The Sons of Katie Elder”, “Trae Grit” (1969) y la reseñada en cuestión “5 Cards Stud”.
En definitiva este film nos recuerda el por qué este género es prácticamente inabarcable, cuando uno cree que ha visto gran parte del corpus de películas que lo componen siempre aparecen estas pepitas de oro ocultas para recordarnos que aún hay que seguir poniendo el tamiz en la videoteca.

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Tuesday, November 06, 2007

THIEVES’ HIGHWAY (1949)



Para seguir con las tramas de venganza, he seleccionado este film noir que es un ejemplo en su género y uno de los picos más elevados de un director al que siempre es interesante citar. Jules Dassin ha sido un genio merecedor del reconocimiento de sus pares y los críticos a lo largo del tiempo. Sus películas nos mezclan historias de perdedores en ambientes muy realistas siendo verdaderas lecciones de cine.
Esta vez, me gustaría arrancar con la trama, porque la misma es muy sencilla y esto nos da cuenta de la categoría del realizador para hacérnosla interesante con el gran manejo de recursos de la puesta en escena. Un joven griego vuelve de un viaje de trabajo en China a visitar a sus padres inmigrantes en los Estados Unidos. Su misión es llenarlos de regalos para hacerles olvidar la humilde vida que llevan en una precaria zona sub-urbana. Pero de pronto se nos revela un detalle que va a transformar ese idílico momento en el camino de un viaje impensado. El anciano se encuentra postrado en una silla de ruedas producto de una paliza propinada por los matones de un mafioso verdulero. Meses atrás este camionero de trasporte de vegetales había vendido una importante carga al italiano Mike Figlia (Lee J. Cobb) en una gran suma de dinero que le significaría algo de tranquilidad económica. Pero la forma de operar del italiano fue cruel, y ni bien tuvo oportunidad recuperó la plata y malogró físicamente al pobre hombre llevándolo a la ruina. Al enterarse de esto, Nick, su hijo comenzará por recuperar el viejo camión y un cargamento de manzanas para encontrarse cara a cara con Figlia y vengar a su padre. Como había mencionado, la trama es muy simple y se ha hecho miles de veces ¿Entonces, qué es lo que hace Dassin para enriquecerla? Le agrega la presión a nuestro protagonista de manejar durante toda la noche sin dormir con un vehículo destartalado, el miedo de un socio que puede traicionarlo, lo tienta con una gran suma de dinero y por si esto fuera poco, le acerca una prostituta para desviarlo de su objetivo. Con estas pruebas por delante, el hijo deberá recorrer el camino del padre para poder iniciarse en la vida y superar a su mentor. Por eso debe seguir los pasos de su progenitor conduciendo el mismo camión por la misma carretera para terminar enfrentando al mismo mal.
Lo que más sorprende de esta cinta es una escena bien característica del cine de nuestro director, me refiero a un cambio de neumáticos en medio de la ruta a la madrugada dominada por un silencio perturbador que dura una eternidad de varios minutos. Digo característico, porque ya había trabajado este tipo de situaciones con el elemento del silencio ligado al trabajo de precisión para generar tensión en el espectador en Rififí (1955) en la recordada secuencia del robo. Sólo el genio de Alfred Hitchcock o el francés Henri-Georges Clouzot son los únicos capaces de lograr o superar el manejo de esta técnica de suspense.
Como decía al comienzo del post, si hay un tema que domina la filmografía de Dassin es sin duda la noche y los bajos fondos, personajes perdedores que se inician en este recorrido nocturno en el que a diferencia de otros no vagabundean sino que trabajan. Estos hombres parecen vivir al revés, esto lo vemos claramente en “The Night and the city” (1950), “Never on Sunday” (1960) y aquí en el mercado central que refleja un sub mundo que se despierta cuando todos se acuestan.
Otra de las preocupaciones para entender a este autor cinematográfico es el gusto por el detalle que nos lleva a la construcción de cierto realismo cinematográfico tomado de lo real. El ejemplo más extremo de esta búsqueda lo consiguió en “The Naked City” (1948) que prácticamente parece un falso documental y en nuestra “Thieves’ Highway” donde se ve la carencia de estrellas a la hora de elegir el cast y los escenarios reales escogidos (las rutas, el campo del manzano y el puerto) para la mayor parte del relato fílmico.
Pero más allá de cualquier apreciación técnica lo que más sorprende es cómo una historia pequeña puede convertirse en algo tan complejo sin alterar los componentes que la componen sino filmándolos de manera interesante.

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