OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

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Location: Capital Federal, Argentina

Monday, March 17, 2008

SLEUTH (1972)



Para algunos directores las despedidas no son un tema menor. Como si supieran que el film que encaran es el último de un extenso recorrido, deciden volcar toda su sabiduría cinematográfica en ese último trabajo. Esto lo podemos apreciar claramente en John Huston al realizar “The Dead” (1987) o en Joseph L. Mankiewicz en su film “Sleuth” (1972).

En esta ocasión nos vamos a referir a éste última que con una arriesgada puesta en escena, en la que sólo trabaja con dos actores en un único espacio, desafía las leyes del teatro para convertirlo en puro cine. Hemos visto que en muchas oportunidades se ha acusado a esta cinta de ser muy teatral, cosa que de ninguna manera es cierta, si hay un punto de contacto con la otra disciplina artística son las piezas que sirven de punto de partida para este juego.

Y si hablamos de juego, de ninguna manera es gratuita la utilización de dicha palabra en el párrafo anterior, porque que nos sirve para entender que lo que propone el director es eso mismo. Una experiencia lúdica desde la forma de filmar que se refleja en la base de la trama que construye el argumento. Para entender un poco sobre que estamos hablando, me gustaría adentrarme un poco la historia.

En una gran mansión antigua, Andrew Wyke (Laurence Olivier) ensaya en medio de su jardin lo que será su nueva novela policial hasta que es interrumpido por una visita. Quien aparece entonces es Milo Tindle (Michael Caine), un peluquero humilde de origen italiano que pretende pedir la mano de la ex mujer de Wyke. Una vez presentados los contendientes, se adentrarán en esta suerte de castillo para jugar un juego macabro en el que intentarán denigrar la persona del otro mientras traman las bases teóricas del crimen perfecto.

Mankiewicz, hace gala de su mirada excesivamente cultural para plagar de citas el decorado, Primero con múltiples referencias literarias al polcial de enigma (un busto de Edgar Allan Poe, un cartel que dice Baker Street, etc), disfraces que nos recuerdan a la antigua tradición de la comedia del arte italiana, de ahí el traje de payaso bufonesco con el que intenta humillar Olivier a Cane al grito de Polchinella (personaje de farsas y pantomimas). Porque para este director, los elementos culturales son una de las características propias de su estilo, un estilo que entiende que el cine es la resultante de la colaboración colectiva de las artes.

Durante todo el desarrollo de la película los dos personajes se baten en un duelo de esgrima intelectual en el que todo es representación. Esa escenificaión que practican los personajes al crear un ensayo sobre un posible asesinato, nos muestra una mentira que pasa a ser verdad. Ergo, Mankiewicz está hablando del cine en su estado más puro.

Como dijimos al comienzo de este post, no podemos dejar de ver que al ser la pieza culmine del cineasta, éste se refiere sutilmente a muchas de sus obras cinematográficas anteriores. En este gesto autoconsciente aparecen en objetos del atrezzo o en las líneas de los diálogos, extremadamente filosos, citas a “The Barefoot Countessa” (1954) y “All About Eve” (1950), entre otras tantas. Otro de los temas sugeridos es la lucha de clases que se refleja en el linaje y el status social de ambos contrinctantes. Lawrence Olvier, representa a una burguesía inglesa decadente que humilla a un italiano trabajador, que en su desesperación por sobrevivir puede sorprenderlo con su ingenio. Para llevar acabo este plan de degradación humana, La casona de Oliver va a tomar el cuerpo de un paraíso perdido que simbólicamente el realizador grafica mostrándonos un laberinto en un jardín custodiado por una serpiente de piedra. La invitación de Wyke para con Tindle, es justamente la de tentarlo para que pierda aquello que por razón social no le corresponde.

Retomando un poco la idea acerca de la ruptura con lo teatral, hay recursos propios del lenguaje cinematográfico como los sistemáticos planos detalles o algunos travellings que nos dirigen la mirada. Puntualmente estos dos recursos son imposibles de pensar en una puesta teatral.

Algunos datos de color de esta producción son que la misma tiene su origen en una pieza de teatro escrita por Anthony Shaffer. También el grupo inglés de música “The Smiths” cita un pasaje de uno de los diálogos de la película en la canción “The Charming Man”, y este año el director Kenneth Brannagh rodó una remake con Caine en el papel de Olivier y Jud Law en el rol de Caine.

En definitiva, lo que nos queda de este film es una de la más inteligentes expresiones del séptimo arte en relación a cómo se puede partir de una obra teatral para hacer una excelente película.

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Sunday, March 02, 2008

THE NAKED KISS (1964)



El comienzo de este film es uno de los más osados de la historia del cine clásico. A traves de una cámara subjetiva observamos como una bella mujer nos golpea sin piedad con una cartera. Digo “nos”, porque si bien luego se mostrará en campo el rostro del destinatario, está claro que la paliza la propone el director hacia los espectadores. Es como si estuviera despertándonos del american dream para vivir una auténtica pesadilla. Pero lo más impactante es cuando en un intento de defensa, el hombre le arranca el pelo a la dama para revelar una cabeza calva. Quiero detenerme en este punto citando un antecedente en la “The Lady from Shangai” (1947) de Orson Welles, en el que se animaba a cortarle la cabellera a una de las divas de hollywood, su por entonces mujer Rita Hayworth. Si en aquel tiempo no se perdonó a Welles degradar a un icono de sensualidad, entonces a Fuller poco le importan las correcciones políticas, este es un claro ejemplo que nos indica que va a ir más allá de las convenciones. La tremenda escena concluye con la fémina acomodándose la peluca frente a un espejo mientras transcurre la secuencia de títulos en la que ya podemos divisar a una elite de profesionales que trabajan en la obra como el gran director de fotografía Stanley Cortez “The Night of Hunter” (1955).

La historia de este drama se centra en la figura de Kelly, una prostituta que llega a un suburbio escapando de su proxeneta. Con el pelo crecido, Tan sólo trae consigo una maleta con botellas de champaña en su interior con el fin de usarla como cebo para atraer clientes. Sin embargo la vida de esta muchacha cambiará luego de concretar una cita con su primer usuario (un detective policial) y adivinar el sórdido futuro que le espera si continúa con dicho oficio. Entonces, Kelly decide dar un giro total a su futuro para hospedarse en una casa de familia y trabajar como enfermera en un hospital que cobija a niños con problemas ortopédicos. Lo que viene después será la calma que precede a la tormenta y la caída de sus sueños de cambio.

Fuller, que bien sabía como escandalizar, construirá una trama que conjuga una de visión demasiado perversa sobre el amor. Algo que nos recordará a la genial “Vértigo” (1958) de Alfred Hitchcock en el tono plácido que usa para reflejar a través de la puesta en escena la caída de lo idílico que propone siempre el amor soñado. La música melosa, las imágenes mentales y sobre todo la decisión de utilizar primeros planos en momentos claves, son las bases sobre las que se erige esta extraña obra que se centra sobre la figura de las apariencias. Porque ese es el tema que domina la película: la sociedad y sus prejuicios sobre el pasado que traen consigo las personas. Mientras Kelly sonría y se acomode el peinado, todo el pueblo la adorará, pero una vez que sepan quién fue en su otra “vida”, nadie pondrá las manos en el fuego por ella, aunque sea la encargada de de desenmascarar a la perversión que azota a aquellos que la condenan.

Es sabido del tono amarillista de los temas que escoge Fuller para sus películas, locura, infidelidad, violencia y en este caso pedofilia son moneda corriente en los guiones que elige para rodar. Pero lo que lo despega de un sensacionalismo barato es la magnífica solidez con la que emite su opinión sin dejar que el espectador saque conclusiones por si mismo. El director se juega en sus ideas y estas son bastante sólidas para sacudirnos el cuerpo.

El final nos recuerda un poco al western de Fred Zinnemann “High Noon” (1952) en el que Kelly al igual que Gary Cooper se enfrenta a un pueblo avergonzado que reconoce su arrepentimiento. Y con un similar plano cenital nos muestra a la heroína que parte para seguir su vida quien sabe donde, pero segura del camino que ha escogido.

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