Muchos directores del período clásico iniciaron su camino en el cine en otras áreas, es más, diría que fueron muy pocos aquellos que lograron ser directores en su primer experiencia. Stanley Kramer no fue excepción a la regla y comenzó muy temprano como productor, al punto tal de ser uno de los más destacados en la historia, sobre todo por su independencia a la hora de generar proyectos. Esta labor tuvo su reconocimiento en el 2002, año en que comienza a entregarse el Stanley Kramer award a la producción. Pero no es esa faceta de Kramer la que vamos a traer en estas líneas, sino su ópera prima. Kramer eligió la adaptación de un best seller, de nombre homónimo, escrito por Morton Thompson acerca de la carrera de un médico, desde sus años de estudiante hasta sus prácticas profesionales. Gracias a la experiencia como productor, la United Artsits puso a disposición del director a dos estrellas consagradas como Robert Mitchum y Olivia de Havilland, y un gran colchón de extras encabezados por Frank Sinatra y Lee Marvin. A pesar de que el film consiguió un gran éxito de taquilla en su época, es hasta el día de hoy que se mantiene en el olvido, aún no se editó en dvd. De más esta decir que Mitchum rompe la pantalla con la interpretación de un hombre oscuro, frío y calculador, que al igual que el John Payne de “El jefe”, se casa con una mujer por intereses, en este caso económicos. Luego de ver este film he llegado a la conclusión que junto a Bogart, Mitchum debe ser el actor más arrogante de hollywood, y es a través de ese recurso que logra la plena identificación con el espectador. Para volver al film, si bien el género es el melodrama, lo que mejor está construido es la carrera de Mitchum como estudiante, y su depresivo trasfondo familiar. Una visión sobre la relación entre medicina y moral bastante transgresora para la época. En conclusión un oscuro film que se transforma en gran película.
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