KIND HEARTS AND CORONETS (1949)
Cualquier amante del cine que admire la actuación no puede dejar de caer rendido ante algunos hitos de destreza interpretativa que se dan en algunas películas. Reconocer estas ocasiones únicas en las que un actor nos ofrece un momento significativo es un aderezo que puede engalanar una obra llevándola al altar de las más grandes. Pensemos por ejemplo en el caso de “Dr Strangelove” (1964) de Stanley Kubrick en el que un notable Peter Sellers se llevaba por delante el film con tres papeles de carácter protagónico, pero curiosamente ya contaban con un precedente. Esa no era la primera ocasión en que esto se había llevado a cabo, quince años antes, otro actor de linaje inglés nos regalaba una actuación para el recuerdo desarrollando nada menos que ocho personajes distintos en una misma cinta. Alec Guiness con su inconfundible acento británico compuso para “Kind Hearts and Coronets” una galería de caracteres tan disímiles como complejos. Un banquero anciano, un esposo fotógrafo, un maduro almirante, un jovencito enamorado, un viejo sacerdote, un duque y hasta una líder feminista fueron algunas de las variaciones que construyeron del Sr. Guiness una leyenda de la actuación.
Claro que nada de esto hubiera sido posible sino estaría en el contexto de un muy buen guión y una más que correcta dirección. La historia no es original porque proviene de la novela homónima de Roy Horniman y relata el meteórico ascenso de un joven en el mundo de la nobleza. Para ser más precisos, la película comienza la última noche de cárcel en la que nuestro elegante personaje está sentenciado a muerte. El duque Louis D’Ascoynes (Dennis Price) pasa el rato escribiendo sus memorias mientras aguarda el amanecer de su ejecución. Estos escritos nos conducen al flash back que servirá de estructura para el film muy bien llevado a través de una voz en off y que va a comenzar por la desgraciada infancia de nuestro héroe. Su madre condenada a la pobreza pagó el precio de elegir el amor antes que el título nobiliario de duquesa arrastrando a su hijo al destierro de la familia real. Viuda, pobre y sin fuerzas muere dejando a un joven a merced de trabajos poco redituables y sin mucha esperanza de progresar en la escala social primaria. Allí es donde entra el maquiavélico plan de Louis que quiere recuperar el ducado que le corresponde por linaje y deduce que sólo ocho personas se interponen entre él y la corona. Esta obra de ejecución contemplaba el acercarse a sus odiosos familiares (todos interpretados por Alec Guiness) para luego asesinarlos de forma distinta e ingeniosa y así achicar la brecha que le permita honrar el apellido materno.
Uno de los aciertos del interesante director Robert Hammer fue el tono ofrecido al relato fílmico. Si bien la película podría considerarse un policial no deja de ser una comedia inglesa de maneras que tiene como tema central la lucha de clases, las arcaicas posturas de la nobleza y los vicios de la burguesía. Todo está llevado adelante por las sutiles maneras o inglesas, en las que la cordialidad no deja de estar presente en cada escena. A nivel fotográfico hay un delicado trabajo de iluminación de interiores que nos recuerda a las pinturas de Augustus Pugin, sobre todo en las secuencias del juicio en la cámara de los lords. No es casual esta referencia pictórica ya que el film construye toda la trama simbólica de referencias a través de cuadros que aparecen sistemáticamente detrás de los personajes en momentos claves de la acción.
Si hablamos de lo extra fílmico hay un dato que no puede pasar desapercibido y es que el ambiguo final fue objeto de cuestionamientos por parte de la censura norteamericana que no veía bien los valores éticos que se exaltaban allí. Por eso se optó por una escena de unos diez segundos que cerraba lo que era un final abierto con una condena moral hacia los actos que no honraban el siniestro código Hays.
Si tuviéramos que definir esta joya de la historia del cine con una frase, sería una muy famosa y por cierto, citada en varios films: “La venganza es un plato que se sirve frío”. Porque si hay algo de lo que uno está seguro al ver “Kind of Hearts and Coronets” es que es una historia de venganza de un hijo a la memoria de su madre.
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