OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

Name:
Location: Capital Federal, Argentina

Thursday, August 30, 2007

3 GODFATHERS (1948)



La pregunta es la siguiente: ¿Se puede hacer un film del corazón sin dar golpes bajos? La respuesta parece difícil, uno comienza a buscar ejemplos pero casi todos los que encuentra caen en recursos excesivamente melosos. No obstante siempre aparece un director que se maneja en esos límites como pocos, por no decir nadie, ese mismo es John Ford. Uno de los problemas más comunes de ciertas tramas sensibleras es que podrían transformarse en un costumbrismo chato o previsible quitando cualquier calidad de interés o sorpresa a la obra, al menos eso es lo que podría haber ocurrido con este film llamado “The 3 Godfathers”. Por suerte en manos de Ford, la trama cobra una fuerza narrativa visual que rompe con cualquier cliché y propone un crisol de sensaciones que se irán desprendiendo de las acciones mismas con la extraña naturalidad con la que van aconteciendo. Tres delincuentes llegan a un pueblo para robar un banco y luego huir atravesando un desierto hacia la frontera mejicana. Pero este carismático trío compuesto por John Wayne, Pedro Armendáriz y Harry Carey jr. no consigue ejecutar el plan tal cual lo acordado y es expulsado en una brillante persecución por el sheriff lugareño obligándolos a cruzar una gran extensión árida con muy poca agua. La peregrinación de los forajidos comienza cuando deben buscar un sitio del cual puedan conseguir algún líquido para beber en el corto plazo, cuestión que se va complicando con el correr de los minutos y los empuja a vagar de un lado a otro como si estuvieran atrapados en un juego demoníaco. Cuando la solución parece inalcanzable se suma un nuevo problema que dará un giro brusco pero acertado a la historia y es la aparición de una mujer a punto de parir en una diligencia abandonada. Este hecho cambiará significativamente el sentido de la huida para transformarla en un camino de redención para expiar los pecados cometidos.
Como se puede apreciar el film maneja el límite entre lo bíblico y lo real en el hecho epifanio de la aparición de este pequeño Cristo al que hay que salvar para de esta forma salvarse uno mismo. Pero en primera instancia lo que rueda Ford no es una parábola religiosa sino el continuo tema del hombre intentando encontrar su identidad. Los tres hombres sacrifican sus vidas por la del niño y eso les da la idea de un destino a cumplir. Luego hay relaciones entre el niño, la madre y el alguacil que no voy a detallar para no abundar en datos que puedan perjudicar la visión a aquellos que aún no la hayan disfrutado.
Otro de los aspectos de la puesta en escena fordiana es la belleza visual plasmada en ese hermoso scope en technicolor con que fueron fotografiadas las imágenes. Hay una escena en particular en la que los hombres deben soportar una tormenta de arena en unas dunas y al mismo tiempo refugiarse en unos arbustos. Lo poético está a flor de piel ya que observamos a las arenas bailar, pero no quedándonos con eso lo más interesante es la reflexión que nos dispara este momento y es que no deja de haber acción dramática. Wayne lucha contra el viento tratando de atar a los caballos, mientras que el paisaje predomina en el plano para que de esta forma se combinen lo poético y lo prosaico como un indicador de que ambas disciplinas pueden coexistir sin ningún problema. El baile de las formas de la naturaleza, el hombre que intena superarla y del otro lado el director que las combina para que nosotros, espectadores vivamos la experiencia artística.
La idea original de este relato proviene de una producción muda de 1919 filmada por el mismo Ford y llamada “Marked Men” en la que curiosamente trabajó como actor el padre de Harry Carey jr. (de nombre homónimo).
En definitiva “3 Godfathers” es una de esas películas que sólo Ford podía filmar porque sabía usar como nadie todo el cerebro para que en la pantalla quede todo el corazón.

Labels:

Sunday, August 26, 2007

GUN CRAZY (1950)



Uno de los aspectos más maravillosos que posee el cine es la capacidad de generar sus propios mitos. Determinadas situaciones o personajes adquieren en el celuloide un carácter sobredimensionado al real por la “magia” que le aporta la proyección en la pantalla o el tratamiento que le dan ciertos autores. Cada género llega a tener sus leyendas, por ejemplo en el western se produce un hecho muy curioso con el suceso del “OK Corral” en el que los hermanos Earp se batieron a sangre fría con sus pares los Clanton. Estos hechos fueron narrados hasta el cansancio por los más grandes directores de los que prevalece sin dudas la versión de John Ford “My Darling Clementine” (1946) que curiosamente es la más alejada de la realidad pero por su carácter mítico es la que se acepta como verdadera. En el mismo lineamiento podemos decir que la pareja por excelencia del cine de gángsters es la de Bonnie y Clyde que al igual que el citado ejemplo anterior también posee varias adaptaciones. El film de Arthur Penn “Bonnie and Clyde” (1967) ha sido tomado como referencia absoluta no sólo para hablar de este dúo sino también de una ruptura en el lenguaje cinematográfico, pero hubo una gran obra que lo antecedió y de la cual Penn nutrió su imaginario creativo, esta es “Gun Crazy” (1950).
Quizás no se le recuerde tanto porque ha sido dirigida por un injustamente ignoto realizador de estudios que desgraciadamente no pudo vencer el olvido de los críticos revisionistas. Ni siquiera cuando se habló del film con Warren Beaty se acordaron de esta pequeña obra maestra que dispone una historia de amor entre una rubia asesina y un inseguro tirador. El director de esta cinta, al cual nos estábamos refiriendo, es Joseph Lewis un incansable hacedor de obras maestras de film noir como “The Big Combo” (1955) o “The Undercover Men” (1949) por citar algunas. En todas ellas Lewis hace gala de una narrativa sustentada mayormente en ideas visuales y no tanto en el diálogo, claro que todo esto ajustado al limitado presupuesto con el que contaba ya que no su nombre nunca estaba en los planes de las grandes superproducciones de la época.
El film comienza con un flash-back en el que se nos muestra a Bart Tare, interpretado por John Dall (el actor de “The Rope” de Alfred Hitchcock), de pequeño compareciendo ante un juez por el robo de un arma. El hombre tiene que tomar una decisión sobre el futuro del muchacho, que es inofensivo pero potencialmente representa una amenaza para la comunidad y por eso dictamina internarlo en un reformatorio. Este episodio que cuento nos va a servir para entender la mirada del film hacia el final cuando ya no haya posibilidad de cambiar el curso de las cosas. De este modo la trama continúa con Bart de adulto volviendo a su pueblo para visitar a sus dos amigos de la infancia luego de haber servido para el ejército de su país. La primera noche los tres jóvenes se van de juerga a una feria en la que descubren un show en el que participa una talentosa tiradora blonda que genera en Bart un cegador encandilamiento. Desde ese instante nuestro protagonista abandonará la ciudad, se unirá a la kermés y se enamorará perdidamente de Annie Lourie Star para vivir una vertiginosa vida criminal robando bancos por el sur del país. El film puede entrar también en la categoría de road movie ya que transcurre mayoritariamente en la carretera con los maleantes arriba de un vehículo en una huída permanente en la que la no falta la tensión.
Si recordamos el episodio con el que inicia la película nos daremos cuenta que hay un destino que no se puede evitar por más que otros quieran cambiarlo o por lo menos esa es la visión de mundo de Lewis que encima lo trabaja desde el apellido de la chica que significa estrella en inglés. La estrella al igual que la flecha son símbolos ligados al concepto de destino, Bart siguió esa estrella porque su corazón lo demandó y por más que quiso salirse terminó cumpliendo proféticamente su destino manifiesto. Este tipo de finales son propios del género de policial negro o del film de gángster en el que no hay posibilidad de redención o si la hay es a través de la muerte.
Para cerrar este trago amargo pero delicioso nos queda un final de antología en un pantano tapado por la niebla en lo que predomina cierto espacio abstracto que no hace otra cosa que reflejar lo perdido que se encontraban esos personajes en el mundo que les fue asignado vivir y del que por más que quisieron nunca pudieron escapar.

Labels:

Tuesday, August 21, 2007

THE BAD AND THE BEAUTIFUL (1952)



Durante el transcurso de la historia del cine se emparentó la figura del productor con la de un insensible y tirano ejecutivo cuya única función era la de atormentar la figura del artista, en este caso el director, recortando el metraje de las películas que rodaba. A mi juicio me resulta una mirada excesivamente despiadada, y con esto no estoy negando que Irving Thalberg no le haya mutilado más de la mitad del metraje a “Greed”(1924) de Eric Von Stroheim o que Darryl Zanuck no le causase dolores de cabeza a Joseph Mankiewicz a la hora de filmar “Cleopatra”, pero también deberíamos realzar lo dificultoso que hubiera sido poder exhibir o simplemente visionar la versión original de “Greed” que duraba algo más de cuatro horas. Creo en el productor como en una persona a la que ha sido fácil demonizar mirándolo bajo la simplista lupa de la generalización. Mi recuerdo para con estos personajes apasionados por el cine viene a cuenta de este increíble film del maestro Vincent Minelli, que no hace otra cosa más que retratar la difícil personalidad de un productor de Hollywood en pleno apogeo del cine clásico de estudios.
Para los que amamos ese período nos encontramos con una riqueza a la hora de las citas cinéfilas que aparecen en el film que en cierto modo nos lleva en un viaje por la misma historia de esta fábrica de sueños en su época de mayor esplendor. Jonathan Shields (Kirk Douglas) es un productor de cine al que debemos adivinar a partir del recuerdo de tres personajes que fueron significativos para su vida: un director, una actriz y un guionista. Todos han sido convocados para trabajar en una película de Shields pero se niegan rotundamente considerando la propuesta de mal gusto. A partir de allí el film nos irá revelando a través de flash-backs el por qué de estas negaciones que tienen una fuerte explicación en el pasado y más precisamente en la relación que unió a cada uno de estos profesionales con el productor. En ese túnel del tiempo descubriremos a uno de los personajes más complejos y mejor construidos de la historia del cine, un hombre apasionado al extremo de pervertir a aquellos que lo aman a causa de cumplir su objetivo que no es nada menos que hacer un gran film. En esta bipolaridad Douglas se mueve como pez en el agua, esto debe ser un acierto de Minelli que sabiendo los problemas de sobreactuación que sufría el actor, le armó un personaje a medida o sea desbordado y cínico. La clave para leer el film es pensar en el trabajo que hace Minelli en relación a la historia y el personaje es parecido al de la araña que va tejiendo una telaraña a modo de trampa en la que va a caer finalmente la presa. El sutil manejo de las personas por parte de Shields se basa en ir enrollándolos cuidadosamente para que aunque no sepan como o se nieguen a colaborar con él, terminen haciéndolo aunque sea contra su voluntad. Pero no todo es negro en esta historia sino que también aparece el costado que mencionaba al comienzo del artículo, aquél que se ocupa de todo lo bueno que produjeron estos personajes y eso también se refleja aquí con la consagración artística que les otorga nuestro productor. Premios Oscar, Pullitzer y hasta contratos multimillonarios.
Entre las múltiples referencias al cine que se pueden descubrir está sin dudas el episodio en el que Val Lewton planea el film de clase B dirigido por Jaques Torneur que quedaría en la historia llamado “Cat People”, una referencia a la figura argentina Carlos Gardel en el personaje del galán apodado “El Gaucho” y por último y más importante la historia total que no es otra cosa que un retrato casi biográfico del mítico productor David O. Selznick.
Este personaje fue siempre motivo de controversia ya que se anteponía a la figura del director y llegó a tener un sello que identificaba a sus productos como obras de arte entre las que se encuentran “Gone With The Wind” (1939) y “Duel in the Sun” (1946) entre otras. Otro de los aspectos que retrata la obra de Minelli es la relación tormentosa que vivió con la actriz Jennifer Jones a la que convirtió en estrella. Quizás este sea uno de los hitos en la historia de las cintas que hablan del cine desde adentro o quizás sea sólo la vida de un hombre que amaba a las películas más que a las personas.

Labels:

Tuesday, August 14, 2007

THE WICKER MAN (1973)





Hay películas que por su carácter extraño se transforman en obras de culto, esto significa que son elevadas por sus seguidores o la crítica a la máxima categoría que puede ascender una obra cinematográfica. Esto mismo sucede con el film de terror dirigido por Robin Hardy titulado “The Wicker Man”. Ahora habría que preguntarse qué es lo que hace que esta cinta adquiera ese rótulo de “obra maestra” y la respuesta está sin dudas en el carácter transgresor para la época y en la construcción renovadora que plantea para el género de terror en el cine.
Filmada con poco presupuesto (era un momento económico muy difícil para el cine británico) la historia trata sobre un rígido policía católico que pocos días antes de casarse recibe una carta con un pedido de investigación a causa de la desaparición de una joven en una isla de Escocia. En un avión anfibio emprende el viaje a esta pequeña ínsula para encontrarse con una fauna de lugareños excéntricos que no han sentido nombrar a la niña en cuestión y algo que es más extraño aún no la reconoce ni siquiera su propia madre. En ese punto ya comenzamos a dudar de la veracidad de los testimonios recogidos por nuestro oficial y empezamos a ver a través de algunos elementos de la puesta en escena como ser anulaciones de cámara o miradas de los personajes, que todo parece un montaje falso armado por los mismos habitantes. Pero todavía esto no es nada, el caso se complica aún más cuando el detective observa que en la escuela se enseña a las jovencitas a adorar los símbolos fálicos y que en las plazas la gente anda desnuda teniendo sexo a la vista de todos. A esa altura de la trama la negación de la desaparecida es un hecho concreto y agiganta en nuestro protagonista la sospecha de que ha sido asesinada y lo único que se hace es encubrir esa muerte. La paranoia edificada alrededor del oficial está tan genialmente construida que se traslada a nosotros como espectadores. Pero lo que viene después es aún mucho peor, sólo los invito a ver el film para que lo descubran con sus propios ojos.
La narración propone varias claves de lectura y para entender una de ellas debemos remitirnos al génesis del Reino Unido como país y su relación con las antiguas razas que lo construyeron entre las que se encuentran los sajones, los celtas y los nórdicos sólo por mencionar algunas. Cada una de estas castas poseía su propio culto religioso que seguramente se fue perdiendo simétricamente con la fundación del estado monárquico. En esta obra, aquella isla podría representar tranquilamente a una de esas razas viviendo en el siglo XX y adorando a sus dioses, lo que seguramente llamará la atención de aquel que no vive allí. Estos ritos paganos pre cristianos basados en la naturaleza y buscando la fertilidad de la tierra serán entendidos como demoníacos para alguien que responda a una formación cristiana. Eso es lo que sucede en este enfrentamiento cultural propuesto por Christopher Lee (Lord Summerisle) y Edward Woodward (Sargent Howie). A esto sumémosle la lógica interna de los isleños que por vivir en esa condición geográfica de aislamiento con respecto al continente no hicieron más que construir un falso paraíso (en el film abundan las cosechas de manzanas y todos practican el amor libre) y se ven amenazados por alguien que viene a romper el orden establecido por lo que deben cerrarse para no perder ese Edén.
Y por último nos queda aquella fábula del cazador cazado que sólo aquellos que han visto el film completo podrán entender a través del juego del hombre cazador (el policía) y su presa, en este caso una libre (la joven).
Para tomar conciencia de la magnitud de este film basta con mencionar que Christopher Lee no cobró un centavo por actuar en él ya que este trabajo le daba más prestigio a su carrera. También la película ha figurado siempre en los mejores rankings históricos y hasta en Escocia hay un festival artístico que toma el nombre de la película. En resumen todo lo que dice una obra de culto.

Labels:

Friday, August 10, 2007

SOUTHERN COMFORT (1981)



Alguna vez alguien escribió que era muy difícil explicarle a un no cinéfilo la calidad de Walter Hill como autor porque parece que en su puesta en escena está todo dicho y no hay demasiado por descubrir, error. Desde mi pensamiento creo que sólo basta con que se observe "Southern Comfort" para dar cuenta del nivel de autoría que se encuentra contenido en este gran cineasta. En algunas de sus películas podemos ver un gusto por la tradición literaria del escritor argentino Jorge Luis Borges (del cual Hill se confesó alguna vez admirador) en la mitificación que hace de la historia para transformarla en una realidad posible pero ficticia. También desde lo narrativo podemos descubrir ciertos elementos que nos remiten a la épica griega y puntualmente a la mitología como tradición. Si a esto le sumamos la influencia del cómic en la estética visual y un gusto especial por la música en el plano sonoro estamos ante un esteta que no evidencia su calidad de artista desde el vamos sino que prefiere que surga del análisis interior del film.
Este asfixiante relato que destacamos aquí sobre un grupo de soldados que se pierde en los pantanos de Louisiana en un juego de estrategia militar resume un poco la grandeza de quien por aquellos años pasaba uno de sus mejores momentos como director. Pero volvamos al escudarón protagonista, lamentablemente para este grupo, y a partir de algunas desiciones equívocas, esta experiencia lúdica va a convertirse en una pesadilla tremenda. Los soldados se pierden en un bosque que representa un ambiente hostil en el que van a luchar contra un enemigo invisible que hasta ese momento desconocían. Hill va a utilizar el género bélico otorgándole la estructura del western para crear una metáfora de la intervención de los Estados Unidos en Vietnam. Un grupo de personas, que no tienen carrera militar, que no sabe que esta haciendo allí, y encima pelea contra un enemigo que no habla su idioma y utiliza el conocimiento del terreno como su arma más certera. Por esa época muchos films dieron a luz la representación de aquel conflicto, pero pocos lo hicieron a través un camino tan rico desde lo formal, y mucho menos situándolo lejos de la cuestión social de aquellos que volvían de la guerra mutilados o con problemas psicológicos. Sin dudas para Walter Hill, la mejor manera de tratar el tema es en las trincheras y bajo una líena de acción. Con colaboradores destacados como Andrew Laszlo en la cámara y Ry Cooder en la composición de preciosas melodías ejecutadas en banjo, las imágenes adquieren la habitual fuerza que distingue a los films del director. En conclusión nos queda una obra que podría ser un cocktail perfecto entre "Deliverance" (John Boorman) de la que toma el tono y cierto cinísmo, y "The Lost Patrol" (John Ford) de la que absorve la idea argumental y las relaciones entre los personajes.

Labels:


View My Stats