Si con "The man who shot Liberty Valance" de Ford y con lo que vendría después hacia fines de 1950 con Peckinpah, el cowboy estaba siendo desmitificado como héroe del lejano oeste, con films como "Bufalo Bill y los indios" de Altman o "Bronco Billy" de Eastwood se daba un giro más, en este caso para ser ridiculizado. Pero esta recategorización no conlleva un sentido de castigo sino la idea que persigue el fin de reflejar la imposibilidad de ya no poder ser ni siquiera una leyenda.
Bronco Billy trabaja en un circo de rodeo al igual que Bufalo Bill con la simple diferencia que el tiempo ha pasado y que Bill había sido una figura verdadera, mientras que Billy adoró en su niñez a los cowboys de las historietas y eligió no crecer para ser una suerte de Peter Pan. Buscando tambien otro tipo de referencia con el personaje, nos encontramos con el popular serial de Bronco Billy interpretado por Gilbert Anderson allá por la década de 1910. Aquel fue el primer cowboy heroe de la historia del cine.
Pero volviendo a la película por momentos nos hace acordar a las épicas caravanas que transportaban ganado allá lejos en el tiempo, salvo que ahora la historia es otra y la caravana pasó a ser un circo rodante. El caso actual es muy diferente del pasado, pero con un mismo objetivo: la subsistencia. Si en "Río Rojo" de Hawks, los personajes tenían un pasado oscuro, en el film de Eastwood tienen un pasado falso que suplen con la construcción de un mito sobre el mismo.
Con algunas escenas realmente graciosas como una pelea en un bar donde un manco deja su garfio clavado en una puerta o la creación de una nueva carpa circense confeccionada en un manicomio con cientos de banderas de los Estados Unidos, esta comedia no va ser recordada como uno de los mejores films de Eastwood, pero si uno muy entretenido que finalmente nos deja el sabor que los norteamericanos bien podrían conformar un país de locos.
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