DELIVERANCE (1972)
Este film de culto para la mayoría de cinéfilos, se ha transformado en una pieza infaltable a la hora de armarse una filmografía escencial. El director inglés John Boorman, tuvo una carrera algo accidentada intercalando éxitos y fracasos, tal vez se deba a la ausencia de suerte al elegir a sus productores o a lo disimil de sus proyectos. Estos van del genial policial “Point of blank”(1967) hasta la insulsa “El sastre de Panamá” (2001), pero nadie puede negar que el que tomamos en esta ocasión sea el mejor film, producto del período de mayor esplendor creativo de este realizador. Como suele suceder siempre en este tipo de películas, la trama se nos presenta sencilla, un grupo de amigos de mediana edad, genialmente interpretados por Burt Reynolds, John Voight, Ned Beatty y Ronny Cox, decide salir un fin de semana hacia un pueblo para practicar turismo de aventuras. Alquilan rifles para cazar ciervos, unas canoas y salen a navegar un bravo río en esas piraguas. El problema se inicia cuando empiezan a presentarse algunos elementos algo llamativos por lo extraño, como un pueblo hostil, una persecución gratuita y un misterioso niño autista que toca el banjo con maestría. A partir de allí, la experiencia se va a transformar en un hecho traumático, donde va a pasar de todo. De hecho la palabra que da título a la obra tendría una traducción como “Mala experiencia”. Increíblemente este film no es tan recordado como debería, salvo por algunos maestros que la citan en sus respectivas películas como el director argentino Fabián Bielinsky en su última realización “El aura”. Como dato clave para entender el tono que buscaba Boorman en las escenas, las mismas que eran bastante riesgosas por cierto fueron ejecutadas sin dobles de riesgo o sea por los propios protagonistas. En definitiva “Deliverance” nos muestra la aparición del miedo en donde menos creemos que lo podemos llegar a encontrar, una banda sonora sureña con piezas de ejecución hermosas para disfrutar fuera del film y una razón justificada a la hora de negarnos a pasar un día de campo.
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